Imagination Unbound Fellowship
Montreal, Canada
I’m a writer based in Tiohtià:ke (Montréal), on the traditional and unceded land of the Kanienʼkehá people. Growing up in a house filled with books—LeGuin, Herbert, Asimov, King—I often escaped to fantastical worlds whenever the realities of being an introverted, slightly awkward kid in rural Ontario became overwhelming. However, in my twenties, I turned away from speculative fiction, believing that my role as an adult was to accept the world as it is and succeed according to its metrics. I attended law school, got married, had kids, and embarked on a career as a corporate lawyer. Yet as my children grew older and began asking the thorny questions that kids ask, I started to wonder if my acceptance of things had gone too far. I eventually found my way out of the corporate cul-de-sac and back to speculative fiction, this time as both writer and reader. Today, my work is eclectic, spanning literary realism, horror, science fiction, fantasy, and personal essays. I believe that the best speculative fiction not only offers escape but also invites us to see the world anew and confront the moral imperatives that arise from this vision—which is to say, the opposite of escape! When I’m not writing or reading submissions for Quist, the online youth literary journal I edit, I enjoy endurance sports like running, cycling, and cross-country skiing. Last year, I completed the Canadian Ski Marathon—a 160 km, two-day, Advil-fueled slog through the wilds of Quebec’s Outaouais region, reminiscent of Genly Ai’s journey across the planet Winter in The Left Hand of Darkness (at least, that’s how I remember it).
Soy escritora y vivo en Tiohtià:ke (Montreal), en la tierra tradicional del pueblo Kanienʼkehá. Crecí en una casa llena de libros, de autores como LeGuin, Herbert, Asimov y King. Cuando me abrumaba el ser una niña introvertida y mal adaptada en medio del Ontario rural, me escapaba a estos mundos fantásticos. Sin embargo, a los veinte años, me alejé de la ficción, creyendo que mi papel como adulta era aceptar el mundo tal y como es. Estudié derecho, me casé, tuve hijos y comencé una carrera como abogada corporativa. Sin embargo, a medida que mis hijos crecían y comenzaban a hacer las preguntas difíciles que hacen los niños, empecé a preguntarme si mi complacencia con la realidad había ido demasiado lejos. Eventualmente encontré mi camino fuera del callejón corporativo y regresé a la ficción, esta vez como escritora y lectora. Hoy mi trabajo es ecléctico; abarca el realismo literario, el horror, la ciencia ficción, la fantasía y los ensayos personales. Creo que la mejor ficción no solo ofrece escape, sino que también nos invita a ver el mundo de nuevo y a enfrentarnos a los imperativos morales que surgen de esta visión, es decir, ¡lo opuesto al escape! Cuando no estoy escribiendo o leyendo las presentaciones para Quist, la revista literaria juvenil en línea que edito, disfruto de deportes de resistencia como correr, ciclismo y esqui de fondo. El año pasado, terminé el Maratón de Esquí Canadiense, un recorrido de 160 km, de dos días, a golpe de ibuprofeno, por las tierras salvajes de la región de Outaouais en Quebec, que me recordó al viaje de Genly Ai a través del planeta Invierno en La mano izquierda de la oscuridad (al menos, así es como lo recuerdo).